Il Capitano Romano

Vivimos en una sociedad efímera y sin memoria donde palabras tan importantes como amor o lealtad han perdido casi todo su significado. Ahora un futbolista pasa unos años como capitán de un club al que ha llegado de rebote y se usa la expresión de “eterno capitán” con cualquier tuercebotas, dejadme que os presente al auténtico capitano. Como si hablásemos de Máximo Décimo Meridio, Roma tuvo un verdadero capitán a su altura, una leyenda tan grande como el legado que dejó, hablamos, por supuesto, de Francesco Totti. Eso es un líder. Un jugador que ha nacido y crecido en la ciudad, que se ha formado en las categorías inferiores, y que ha dejado toda su carrera al servicio del club de sus amores.

Liderar a la Roma no era salir en la foto de campeones teniendo detrás un equipazo, era saber que si llegaba a algo iba a ser por el talento y la calidad que el 10 gialorosso dejaba en cada partido. Con plantillas mucho menos competitivas que el resto, consiguió que la loba ganara cinco títulos locales, incluida la tan ansiada Serie A.

Ni la gloria ni los trofeos fueron lo más importante para él, ya que nunca aceptó alguna de las tantas ofertas jugosas que llegaron para llevárselo, sobre todo la del Real Madrid de los galácticos que querían al “10” para terminar de apuntalar su proyecto ganador, y pelear por una Champions League que nunca llegó a ninguno de los dos lados. Jamás sabremos qué podía haber pasado si se hubieran juntado sus caminos.

Aunque ya he usado varias veces el número diez para referirme a Totti, es la mejor forma de describir a este jugador. En un fútbol como el italiano donde tanto valoran la figura del trequartista, ese comodín que conecte el centro del campo con la delantera, el romano fue su mayor exponente. Sin duda, mi posición favorita en el terreno de juego donde más genios virtuosos de los que me enamoran he podido disfrutar. Una técnica individual maravillosa, con regate, capacidad para combinar en espacios pequeños, precisión milimétrica en los pases y mucho gol, todas sus acciones derrochaban calidad. Al nacer en el 91 he sido uno de esos privilegiados que ha disfrutado de casi toda su carrera, la que continuamente nos dejaba
golazos indescriptibles y jugadas de fantasía. El año que jugó de punta, ganó la bota de oro con 30 años.

Enamoró al mundo entero con la fantástica dupla que hizo con Gabriel Batistuta, conquistó cuando jugó con Julio Baptista, compartió el liderazgo con De Rossi, los goles con Montella, la capitanía con el gran Cafú, y el talento a raudales con el genial Antonio Cassano. Aunque también compartieron cierta habilidad para meterse en líos, perder la cabeza y ganarse alguna polémica expulsión que otra. Sus críticos, que los tiene como todo grande, ya
que el resto de los simples mortales no pueden entender su magia, siempre hablan de las veces que esto pasó y dejó a su equipo con uno menos. Pero eso es parte de la esencia de los tocados por la varita, de los que juegan con el corazón y son líderes en sus clubes y selección.

En este frío fútbol que vivimos hoy en día, con jugadores muy mediocres de un perfil muy bajo, ya no ves esos futbolistas a los que prácticamente había que matarlos para ganarles un partido en su casa.

Gracias a competir como gladiadores en la cancha, y con una generación maravillosa, Italia fue campeona del mundo en 2006. Quiero talento, carácter y ganas de vencer cada partido jugado. ​

En 2017 visité la majestuosa ciudad de Roma de la que me enamoré complemente. Allí me reuní con mi amigo Francesco, quien me confesó que muchos niños capitalinos llevan ese nombre por el capitán de la loba. Pude cumplir el sueño de visitar el olímpico para un fascinante Roma-Nápoles, aunque lo hice en septiembre, después de que Totti se hubiera retirado el verano anterior. Me quedaba sin mi ilusión de verle salir a un partido que se le estaba complicando a los gialorossos, y darle la vuelta al marcador con sus acciones como tantas veces hizo.

Este es mi segundo artículo para mis amigos de Valdevintage, ya que les gustó el primero que hice en el que os aconsejo viajar y vivir la magia en los estadios. Qué pena que fui tarde y me perdí al mayor ilusionista que ha tenido esa bella ciudad. Uno de sus mejores trucos es hacer que este confeso rossonero sea capaz de decir tantas cosas de un “rival”, pero la fantasía no entiende de colores, y sé que mi amigo de este blog comparte este amor por semejante jugón.

Como soy incapaz de soltar la bufanda que allí me compré y su camiseta, le conseguiré una cuando vuelva a la ciudad que me cautivó. Y es que, como esta dice: “C ‘e ‘un solo Capitano”.

Post redactado por Lander (@camisetasland)

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